Algunas personas afectadas por este trastorno de la alimentación no pueden dejar de comer
aunque haya pasado un intervalo pequeño de tiempo entre la última comida y la que tienen entre las manos (o en la boca, para ser más exactos). Son literalmente adictos a la comida y sin ella sus vidas carecen de sentido.
Son el sueño -y sustento- de todos los fabricantes de comida y el público más sobrecogido por las propagandas televisivas que ofrecen productos alimenticios sin los cuales la vida carece de sabor.
La mayoría de los comedores compulsivos son personas que combinan un alto nivel de perfeccionismo y de ansiedad con una baja autoestima y un nivel de estrés muy elevado.
Suelen ser personas con sobrepeso, o ya obesas, se dice que «abandonadas a la gula», pero sto no es así, ni mucho menos. Estas personas no pueden parar de comer, de picar entre horas. No es la voluntad la que les falla, sino que es la mente quien le juega malas pasadas. Al igual que el resto de los transtornos, no es suficiente con un endocrino. Hace falta un buen psiquiatra o psicólogo para retomar una vida normal.
Sus compulsiones por la comida se deben en gran medida a un deseo de controlar el estrés que domina su vida, el cuál surge de la ansiedad y la angustia de no poder hacer las cosas tan perfectas como desean.
Suelen saber que su forma de comer va más allá de lo normal o lo recomendable y estar conscientes de los riesgos que corren por su comportamiento compulsivo: ataques cardiacos, alta presión sanguínea, colesterol elevado, daños o pérdida de riñón, artritis, deterioro del sistema óseo e incluso la muerte.
Los comedores compulsivos sufren la sensación de ser controlados por la comida, en vez de lo contrario, y se molestan mucho por ello. Este dominio hace que algunos se coman toda clase de alimentos como dulces o hamburguesas en las combinaciones más raras -y estéticamente desagradables- posibles.
Esos «platos» pueden llegar a tener 3000 Kilocalorías o incluso más.
Los comedores compulsivos se ubican dentro de las enfermedades mentales junto con la anorexia y la bulimia, la obesidad se ubica dentro de un cuadro médico y no se relaciona normalmente con un trastorno alimentario. Además la etiología del comer compulsivamente remite, hasta el momento, a problemas en la personalidad del paciente, trastornos bioquímicos a nivel cerebral, factores genéticos y ambientales y factores culturales y de familia.
Los comedores compulsivos, y en general, todas las personas con desórdenes alimentarios, provienen de familias con problemas de límites -demasiado constreñidas para permitir el crecimiento individual de sus miembros más jóvenes- , o de padres o madres demasiado preocupados por el aspecto físico de si mismos, su familia y los demás a quienes conocen. También provienen de familias en las que la comida alivia tensiones, estrés o ansiedad o de hogares en donde como en la novela «Como agua para chocolate» la única manera de expresar amor es a través de una abundante y deliciosa comida.
Las investigaciones en el Instituto de Salud Mental de los Estados Unidos revelaron que casi la mitad de los comedores compulsivos padecen de depresión y muchos otros de ciertos desórdenes obsesivo-compulsivos o fobias. Las razones de estas coincidencias podrían estar en los neurotransmisores como la serotonina -que regula la producción de hormonas y el estado de ánimo- y la vasopresina que se libera como respuesta al estrés emocional y físico-.
Aunque la terapia con antidepresivos resulta efectiva para algunos comedores compulsivos, el tratamiento de esta afección debe incluir también una terapia psicológica. El objetivo de esa psicoterapia es ayudar a que la persona reconozca y confronte su enfermedad, mejore su autoestima y desarrolle métodos para controlar los impulsos y la ansiedad constantes que lo obligan a comer. Para lograr estas metas el apoyo de su familia es vital.
El comer compulsivo no distingue sexo, raza ni peso. Por eso un tercio de los comedores compulsivos son hombres y muchas personas caucásicas, latinas y negras, obesas, con peso normal o con constantes fluctuaciones de peso, sufren de esta enfermedad.

Estas son algunas de las características que se pueden dar en comedores compulsivos:
– Frecuentes episodios de comilonas dos o más veces a la semana por seis meses como mínimo.
– Episodios de voracidad que pueden ser de más de una hora de duración, para manejar sentimientos de ansiedad, enojo, tristeza, etc.
– Generalmente ingieren grandes cantidades de agua.
– Comen más rápido que la mayoría de las personas y a veces en secreto.
– Comen grandes cantidades de alimentos sin seleccionar sabores.
– Sensación de culpa y pérdida del control mientras se come.
– Sensación de culpa y depresión después de comer.
– Incapacidad para evitar alguna comida.
– No pueden parar de comer.
– Los episodios de voracidad pueden ser planeados o espontáneos.
– Ideas, incluso obsesiones por no aumentar de peso.
– Estar a dieta una y otra vez, con fracasos recurrentes.
– Baja autoestima y auto devaluación. Ansiedad, tristeza y depresión recurrentes.
– Distensión abdominal.
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...