La gloria de inventar el espeto en Málaga


espetos

 

En este mes de julio se ha cumplido el 125 aniversario de la apertura del  merendero La Gran Parada. Su propietario, Miguel  Martínez Soler, fue el primer malagueño en asar el  pescado ensartado en una caña. Un famoso personaje  que sirvió de comer al mismísimo Alfonso  XII.

Unas cuantas sardinas  frescas, una pizca de sal y el punto justo en el  fuego; poco más. Para hacer un buen espeto no hace  falta mucho. Eso sí, no es tan fácil como parece:  hay ciertos trucos.Aunque ahora sea difícil  divisar una playa de Málaga en la que no se  preparen estos típicos manjares, lo cierto es que  antes esto no era así. Desde luego, no es nada  moderno. Se trata de la forma tradicional en la  que la gente del mar asaba este pescado.

La sardina constituía una alternativa  nutritiva a la par que barata para las gentes  humildes del lugar.En aquella Málaga de finales de  siglo XIX, El Palo era un pueblo de pescadores que  estaba en pleno desarrollo. La llegada del tranvía  y del tren a la zona también trajo consigo a gran  parte de los ciudadanos que acudían a su playa  para pasar su jornada de descanso.

En 1882, Miguel Martínez Soler creó un  merendero: la Gran Parada. Un lugar de paso, un  chiringuito emblemático de la ciudad al que  acudirían gran cantidad de malagueños. Entre  ellos, algunas celebridades del momento como Anita  Delgado (que se convertiría después en maharajaní  de Kapurtala). El establecimiento poseía un  ambiente un tanto bohemio que atraía a gente del  mundo del baile, del toreo y de la farándula. 

Este rincón también podía presumir de haber  recibido, el 21 enero de 1885, la visita de su  majestad el rey Alfonso XII, que venía de  comprobar ‘in situ’ los destrozos que un  devastador terremoto había producido en la comarca  de la Axarquía. Fernando Rueda, profesor de  Historia, describe así el momento:

«Cuando Miguel  le ofreció uno de sus famosos espetos, el rey  ‘atacó’ el plato con cuchillo y tenedor. En aquel  momento él se adelantó y dijo: Majestad, asin no,  con los deos».

Rápidamente ‘Migué el de las  sardinas’ cosechó una gran popularidad.

Su fama fue enorme en la ciudad, hasta llegó  a aparecer en algunas publicaciones.Reconocido  como el ‘padre’ de los espeteros, Miguel inició  toda una saga de ‘amoragaores’ muy conocidos.  Detrás de él vinieron José Segovia, ‘El  pantalones’; Gregorio ‘El cojo’; Miguel ‘El funa’;  Cayetano Vargas ‘El chote’; Miguelillo ‘El  chirrín-chirrán’…Todos ellos extendieron pronto  la moda de la sardina en el palo.

Proliferaron nuevos chiringuitos en la zona:  Cazorla, El traganúo… la mayoría no  sobrevivieron a la mitad de siglo. La Gran Parada  tampoco. Sin embargo, la fama de Migué sigue viva.  Y, como no, sus espetos. Curiosamente, su sobrino  (Perico Martínez Román) también abrió su  particular restaurante que, aún hoy, sigue  abierto. ¿Quién no conoce ‘Casa Pedro’?

Un comentario en “La gloria de inventar el espeto en Málaga

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